Las personas suelen asociar la música a la diversión y al bienestar sin darse cuenta de la gran cantidad de efectos positivos que tiene en el tratamiento de enfermedades como el alzheimer, el párkinson o la esclerosis múltiple, en las que la musicoterapia se ha demostrado científicamente como una gran aliada.
¿Alguna vez han visto a una persona que tiene dificultadas para hablar, cantar una canción? ¿O a otra con problemas de memoria tocar una pieza entera de guitarra? Estas son algunas de las situaciones en las que la música tiene un poder efectivo en determinadas enfermedades.
La Reina Sofía ha presidido hoy en Salamanca el III Simposio Internacional de Avance en la Investigación Sociosanitaria en la enfermedad del Alzheimer que ha reunido a prestigiosos especialistas de todo el mundo.
Una de estas expertas ha sido Concetta Tomaino, directora ejecutiva y cofundadora del Instituto de Música y Función Neurológica de Nueva York (EEUU) y vicepresidenta senior de la musicoterapia en el Sistema de Salud CenterLight, considerada una de las más importantes expertas del mundo en este campo.
Antes de impartir su conferencia "Los beneficios clínicos de la música sobre el envejecimiento, la salud y la calidad de vida", Tomaino ha explicado que la gente asocia la música a "sentirse bien" sin caer en la cuenta de los avances científicos que tiene en una gran cantidad de aplicaciones médicas.
La musicoterapia, y algunos de sus usos, puede ayudar a reducir el uso de determinados medicamentos. Por ejemplo, está demostrado que alivia el dolor, mejora el estado de ánimo, la atención y las capacidades motoras, además de reducir el nerviosismo y los comportamientos negativos.
Una persona que, por ejemplo, tiene problemas para andar, el ritmo de la música puede estimular las áreas del cerebro involucradas en la coordinación.
La motivación, la socialización y las relaciones interpersonales también mejoran con esta terapia, algo fundamental, por ejemplo, en personas con alzheimer.
Las sesiones de musicoterapia pueden ser muy heterogéneas dependiendo de la enfermedad a tratar, aunque básicamente suelen iniciarse con una reunión entre el paciente y el musicoterapeuta que, posteriormente, decide si es mejor realizar las sesiones de forma individual o conjunta.
La improvisación y tocar un instrumento -aunque no se sepa- es una de las partes fundamentales de esta terapia, así como la creación de instrumentos, especialmente para los niños.
Cantar, moverse con el ritmo, la melodía y la armonía de la música tiene efectos terapéuticos demostrados en muchas enfermedades neurodegenerativas, como el parkinson o la esclerosis múltiple.
Los ciudadanos no son conscientes del duro trabajo que hay detrás de estas sesiones y la especialización por la que tienen que pasar sus profesionales, que, sin embargo, en algunos países como en España no están reconocidos como tales y suelen tener contratos con otra categoría, como psicólogos o terapeutas ocupacionales.
Tomaino explica que existe mucha confusión entre los músicos voluntarios que tocan en hospitales y los musicoterapeutas que utilizan la música en el tratamiento de enfermedades.
Solo con una mayor demanda de este tipo de terapias y con un mayor conocimiento de sus beneficios el estatus de la musicoterapia mejorará, según asegura Tomaino.
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Jean-Louis Aguilar-Anton / Art'Blogueur